15 de noviembre de 2011

Matar al Sujeto / Revivir a l@s Sujetos.

por José Manuel Morán   

Hace un par de décadas algun@s autor@s anunciaron que la postmodernidad había traído consigo la muerte del sujeto. Ya sabemos el desenlace fallido que tuvo lo postmoderno como categoría de nuestro tiempo, pero ¿y el sujeto? ¿ murió realmente? A mi entender, la anunciada muerte del sujeto debe leerse como el modo en que la teoría social y política deconstruyeron las formas en que diversas corrientes de pensamiento, especialmente la liberal, produjeron un sujeto universal, esencializado y fuera de toda historicidad. La crítica a esta radical descontextualización  del ser humano es conocida: en su seno más profundo, el deseado sujeto universal, guiado por la razón y una naturaleza humana inmutable, no hacia más que reproducir modelos y paradigmas eurocéntricos, patriarcales y colonialistas. "El hombre"-valga acá la exclusión del sujeto mujer- era una construcción que representaba y reproducía los discursos, prácticas y expresiones de vida de hombres, blancos, burgueses, europeos, heterosexuales, relegando a un segundo plano aquellos cuerpos que se situaban por fuera de este modelo. 

Las demandas de los sectores marginados por este "sujeto universal", como los movimientos por los derechos civiles de personas negras, el feminismo y los movimientos por la diversidad sexual, entre otros, han dejado en claro que la universalidad suele operar a través de la exclusión, como indica Étienne Balibar. Además y siguiendo a Donna Haraway, han logrado evidenciar que hablar de esencias y naturalezas comunes implica siempre una construcción fundada en metáforas políticas radicalmente contingentes. La muerte del sujeto, en este contexto, es la muerte del sujeto universal.


Pero la muerte del sujeto llegó también quizás con su propia reivindicación. El sujeto ha muerto para renacer, pero no como un Uno, sino como una multiplicidad. Hoy ya no es tan fácil hablar de "el" sujeto, ya que el espacio social y político es ocupado ahora por l@s sujetos, por una diversidad de sujetos atravesados por la historia y el poder, contingentes, fragmentados, con identidades fluidas que se diluyen y reconstruyen, inmersos en la cultura y el lenguaje. L@s sujetos actuales se construyen en plural, y nos interpelan constantemente para recordarnos que su realidad está siempre permeada por su condición de raza, clase, género, sexualidad, pertenencia étnica, edad, etc.  

Seguir apelando a un sujeto universal, seguir pensando en individuos "puros", en tabulas rasas, en naturalezas racionales, es seguir reforzando y reproduciendo el imaginario político liberal que se muestra estéril para comprender la diversidad y contextualidad de la vida social. Es, además, seguir reproduciendo la fantasía de que la libertad liberal emana naturalmente del "hombre", sin reconocer, como indicara Foucault, la forzosa relación entre libertad y poder, esto es, entre la libertad y las técnicas de sujeción y control necesarias para producir la misma, y para producir todo el aparato liberal que, lejos de ser "natural", es una producción más  de nuestras quimeras políticas. 



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