21 de julio de 2011

Bases Políticas de la Interculturalidad.

por Enrique Morales Mery

El mundo se ha ido forjando en la tensión uniformidad/diversidad, el primer componente de la diada mantiene su presencia, principalmente en el ámbito de un discurso que tiende a construir una identidad practica de la ciudadanía con metas de carácter universal. Resulta frecuente escuchar los llamados a la unidad nacional, a la mantención de la identidad nacional, al respeto sin cuestionamiento hacia lemas y símbolos patrios. Asimismo, y con el mismo objetivo, se ha ido consolidando una teoría política, con su consecuente practica política, dirigida a defender una noción reducida, y estrictamente publica de la ciudadanía. Los componentes privados y todas aquellas características culturales, propias de particularidades de una sociedad, son puestas entre paréntesis. Se les asigna un valor secundario y carente de antecedente y legitimidad en orden a influir en política. Esto motivado en aras de un doble efecto: por un lado se hace necesario evitar la fragmentación de una sociedad y para ello es indispensable crear bases universales de convivencia. Resultado de ello es la preeminencia de una cultura política alejada de la “variedad” propia de marginados o adversarios; para ellos están reservados términos como dialecto, folclore o cultura en sentido peyorativo y explicativo de conductas inesperadas e indeseadas.

Por otro lado la uniformidad permite establecer con parámetros de conducta ciudadana, medios de comunicación formal, vistos como mecanismos racionales y razonables, para así mantener la estabilidad política. El problema con estos esfuerzos universalistas es que capturan y entienden a la cultura como concepto y practica disociados de la política. Para rebatir esto acudo al pensador canadiense James Tully, el en su libro Strange Multiplicity, da a la cultura un papel central, la ve como elemento constitutivo e indisociable de la política. Reconocer esto significa asumir la diversidad, asumir las particularidades y con ello aceptar y lidiar con sus consecuencias. Los desacuerdos, los énfasis diferentes respecto a lo publico y a lo privado, dan cuenta de un multiverso que se posibilita y perdura en diálogos continuos y multi-societales. La estabilidad esta dada por mínimos institucionales pero que tienen como norte una ciudadanía madura y en conexión con la diversidad. Ciudadanía diferenciada, multicultural y entendida dentro de diálogos interculturales. Tully entiende esto como el punto de llegada en orden a internalizar la bidimensionalidad de la comprehensión , crucial a la hora de generar una ciudadanía a tono con una comunidad intercultural. Comprehensión, que reúne la característica casi prensil de ‘incluir dentro de’  y ‘entender’ a otros en su calidad de personas y grupos (Strange Multiplicity p.56-57).

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