10 de julio de 2011

Enrique en el País de las No Maravillas.

Trepando por mi país me topo con su bipolaridad, con su binarismo, sus opuestos excluyentes…Plaza Italia hacia arriba, Plaza Italia hacia abajo…distintiva marca cual ganado, marca de privilegios en medio de una mayoría empobrecida. Para los lectores no chilenos, esta frase es la herramienta primaria de selección no natural en Santiago (aplicable en cada rincón de Chile), himno del clasismo; los privilegiados viven Plaza Italia hacia arriba, el resto sobrevive hacia abajo. En educación, en futbol, en religión, en autos y en quien sabe que cosa mas, las marcas duales abundan. Incluso nuestras playas, algunos buses en el norte, centro y sur, todos territorios supuestamente comunes, también han sido invadidos por esta demarcación del poder social. Balnearios para ricos y pobres, incluso divisiones dentro de una misma playa… Luego tras el descanso nos mandan a vivir la falsa democracia, la hipócrita coexistencia social. El verdadero estallido de cambio, la verdadera ilusión que guardo tras la efervescencia política actual, es que nos miremos de frente y luego de escupirnos en rabia, luego de confesar superioridades e inferioridades varias, nos abracemos en verdadera comunión democrática. Una que dure y abarque nuestra vida publica y privada.

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