por Gonzalo Wielandt
Tanto la enseñanza bíblica como variadas doctrinas (aristotélicas, de liberalismo social o meramente prudenciales sin base religiosa) consideran que libertad,en términos generales es hacer lo que uno quiere, pero no todo conviene, conviene lo que conviene a los demás. El individuo tiene derecho a hacer lo que quiera, pero para ser persona tiene que tener en consideración a la comunidad. Esta ley de vida es una ley de sentido común, que de ignorarse pierde el sentido del bien a la comunidad.
La realidad política de Chile presenta un sistema de partidos, que en contradicción con su historia de cultura política, se compone de dos grandes conglomerados – concertación y alianza –, cada uno con sus peculiaridades y cosas compartidas. El elemento compartido más importante, es que ambos conglomerados representan fundamentalmente la defensa ideológica del modelo vigente. Por lo tanto, en el Chile actual no hay salida política, a través de los conglomerados dominantes, a los problemas que el modelo vigente presenta en la sociedad. Esto porque el modelo vigente es una expresión ideológica y de intereses particulares representados en los partidos de la concertación y de la alianza. La concertación es un conjunto de elites corporativas clientelares y clanes familiares que cooptaron sus partidos tradicionales para su propio beneficio corporativo y familiar. La alianza es una expresión de dos derechas; una de ellas, la más poderosa – UDI – es la guardia pretoriana del modelo neoliberal conservador. Ante este consistente escenario, una salida política de bien común es prácticamente imposible.
La fetichización de ambos conglomerados, sobretodo de los que aparentemente debían velar por los derechos de la civilidad, deja un espacio de incertidumbre en lo tocante a la representación política. Un espacio que clama por la búsqueda del bien común de Chile. Para ello, los que aspiramos a tal búsqueda debemos apoyar la consagración de un nuevo referente político de bien común.
La pregunta a responder es ¿cómo recuperar el sentido común en la política chilena? Ante la inexistencia política de conglomerados de representación del bien común, la democracia chilena requiere urgentemente una gobernabilidad efectiva. Para garantizar la gobernabilidad de la democracia es necesaria la emergencia de entidades políticas disponibles para hacer el bien a los demás. Esto es, sujetos políticos que representen el sentido común de Chile, el sentido de saber cuándo conviene hacer algo por el bien de la comunidad. Sólo cabe eso.
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