31 de julio de 2011

Yo Tolero...Qué Toleras?

por Enrique Morales Mery

La tolerancia hoy en día es un concepto de gran uso, de digna exhibición y buen soporte legitimador de las credenciales democráticas. En su ejercicio el asunto se torna menos auspicioso, el ser tolerante implica moverse al interior de un concepto que dista de ser univoco y que además ofrece una amplia gama de grados de ejercicio. Estos van desde el mínimo de soportar de forma distante la diversidad, pasando por un respeto mutuo articulado en la inclusión, pero manteniendo las diferencias, hasta llegar a un estado de tolerancia que convive con pretensiones de conocimiento social y curiosidad participativa respecto de otros y sus culturas. Esto ultimo al punto incluso de cambiar las propias creencias o practicas culturales. Ahora bien dentro de este mar de posibilidades, algunas doctrinas aplauden el hecho y se forjan tras la defensa de una diversidad cultural que posibilite la ampliación de las opciones culturales, así como el desarrollo de las mismas.  Igualmente aquello permite la consolidación de la libertad de elección y expresión de cada individuo.

Aun quedan algunas interrogantes que el pensamiento político occidental no ha tratado en profundidad. Nuestra personalidad se forma dentro de los procesos de identificación y diferenciación. Ello implica que hay cosas que no aceptamos, que no compartimos, que jamas defenderíamos y que ciertamente nos cuesta trabajo promover o tolerar. Somos lo que somos porque dejamos de ser de otra manera, en ello reposan nuestros "intolerables" internos; la educación democrática deberá aceptar esto y a partir de aquello le cabe la misión de socializar el valor de la tolerancia como piso mínimo hacia un máximo de respeto mutuo, esto con el fin de perfeccionar la convivencia social. Desde este punto entonces las doctrinas defensoras de la amplitud de opciones y de la libertad de elección deberán asumir que esto es insuficiente y restringe el entendimiento no solo de la diversidad cultural sino también de sus limites y limitaciones. 

Siempre se mantendrán en nosotros concepciones del todo ajenas, de las cuales jamas participaríamos; difícilmente serán de fácil acogida tendencias separatistas como los Amish o de practicas no realistas como las de grupos apocalípticos. Lo anterior no significa abogar por la eliminación física, la denostación pública o la segregación. Si así fuese el respeto a la diversidad cultural colapsa, afectando a la sociedad toda. La expansión de opciones y la libertad de elección deberá vivir y convivir con los intolerables internos y con la variada gama de no opciones, de nunca elección y de objeción que todos y cada uno de nosotros tenemos y de las cuales disponemos. La libertad de no elección introduce una mayor complejidad para entender no solo la diversidad cultural y el ejercicio de la tolerancia sino también ello introduce el rayado de cancha de personas y colectivos. La democracia es valorable en cuanto contiene dentro de si a la diferencia, a una diversidad que se despliega dentro de un potencial desacuerdo y dentro de personas y grupos a los cuales les es licito entablar una relación adversarial y respetuosa. La diversidad cultural es mas que elegir o ampliar opciones, es un trasfondo a entender dentro de la lógica política y dentro de la compleja psicología de nuestra identidad práctica de cara al proceso formativo de nuestra personalidad.      

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