20 de noviembre de 2011

No a la Violencia hacia las Mujeres.

por Enrique Morales Mery


La violencia hacia la mujer marca un punto de deterioro de las relaciones sociales e instala el miedo en el centro del núcleo familiar y por extensión en la sociedad como un todo. Esa violencia se deja ver en el maltrato físico y psicológico; en todas aquellas conductas que incitan a forzar una relación, esto es, violación por parte del esposo, pareja, familiar u otra persona ajena a su entorno. También se considera la explotación sexual en todas sus formas y los negocios asociados, ellos hacen de la mujer un objeto sobre el cual se puede ejercer violencia, desconociendo su dignidad como persona. En esta violencia manifiesta también cabe el tráfico de mujeres y la prostitución organizada como negocio, lo que atenta indefectiblemente contra los derechos básicos de la mujer. Igualmente grave es la aceptación de asimetrías de poder al interior de la sociedad y dentro de particulares culturas; esta desigualdad replica condiciones de cero respeto, validando con ello violencias futuras y entornos adversos hacia el reconocimiento de la mujer.


En el ámbito laboral la violencia económica es evidente, dada la desigualdad de ingresos y la desvalorización de la función económica de la mujer. Principalmente, la función ejercida al interior del hogar, no es reconocida como se debe, y a su vez el sexismo ha privado muchas veces a la mujer de la oportunidad de ejercer sus capacidades en ciertos ámbitos. Asimismo, el acoso sexual o el desprecio hacia las capacidades de una mujer, han marcado negativamente los entornos laborales. 


Lamentablemente, y aquí el problema base, la violencia física, sexual y psicológica ha invadido el plano formativo de la educación y ha con ello ayudado a perpetuar el abuso contra la mujer. Por eso, al internalizarse como conducta, o al aceptarse desde diversos planos a nivel de la persona, organizaciones e instituciones, hace difícil derribar las negativas condiciones de coexistencia. Esto es prueba suficiente del desafío planteado y la responsabilidad que le cabe a la sociedad, y a los hombres en particular, de defender la dignidad de la mujer, y con ello la dignidad del hombre, convirtiendo los entornos descritos en lugares de mutuo reconocimiento, respeto y reciprocidad pacifica. 


Para ahondar en la importancia que le cabe al hombre en esta lucha visita Lazo Blanco:









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