1 de noviembre de 2011

Para que La Política no Mate!

por Enrique Morales Mery

Hoy en día, en nuestras sociedades permanece la mirada negativa hacia la política. Y eso se justifica toda vez que, incluso en Democracia, tanto autoridades como ciudadanos sucumben a la tentación de la irracionalidad, la pasión ciega y fanática y las siempre simplificadoras agresiones, ya sean defensivas o no. Lo que antes nos parecía evidente defender, esto es espacios de libertad frente a dictaduras, autoritarismos o totalitarismos de todos los colores, hoy se nos aparece como una conquista parcial... El mundo es recorrido por intervenciones militares, hambrunas forzadas, detenciones masivas, milicias, populismos varios, y una economía competitiva y nula respecto a la solidaridad. 

Incluso en Democracia la política parece matar, parece tornarse contra quienes buscan en ella un espacio de intercambio de ideas en conjunción con la posibilidad de expresar desacuerdo, diversidad y disenso en general. Hoy las discriminaciones, segregaciones sociales, abuso de las categorizaciones, estereotipos de toda clase, violencia desmedida, torturas, desapariciones y tantos etcéteras nos llevan a desconfiar de la política y los políticos. En muchos de los casos, una exitosa Democracia procedimental, termina siendo una mera democracia de etiqueta, nominal. Bajo este régimen solo se administra una ilusión por donde se fuga la verdadera Democracia. Los espacios que ha ido ganando la instancia no sustantiva de la política, esto es aquella que solo se refuerza en lo legal y en lo meramente institucional, no nos permiten evaluar como la política esta siendo forjada. 

Debemos rescatar la política que defiende la dignidad de hombres y mujeres, aquella que no promueve la uniformidad de pensamiento, una política que parte desde la diversidad y lucha por defenderla. En Democracia por tanto, mas allá de lo procedimental, y conectando con el tema de los principios, tanto gobierno como oposición no deben perder el sentido de sociedad; de lo contrario los perjudicados son los ciudadanos. Lo mismo se extiende a las instituciones que puedan sentir la tentación de mantener un "orden". En las no Democracias se es mas sensible todavía frente a la falta de libertad y frente a la abierta amenaza que sufre la integridad física.  Es importante no vivir en sociedades de mentira, en ficciones de convivencia, en comunidades donde el valor de quienes somos y la subyacente dignidad sean eliminados en favor de unos pocos.

En sociedades como las nuestras, donde al menos gozamos de los mínimos favorables de la Democracia liberal formal, debiéramos avanzar en busca de una mas exigente y madura convivencia. Una mas honesta y a la altura del ser humano y no de algunas individualidades de turno.


   

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