8 de noviembre de 2011

Sobre el Discriminar.

por Enrique Morales Mery

Resultan increíbles las múltiples confusiones que parecen habitar entre nosotros a la hora de discutir sobre el tema de la discriminación. En términos precisos la discriminación esta ligada a abierta exclusión y ello en consideración al color de la piel, condición sexual, grupo étnico, género o cualesquiera de las identidades e identificaciones que, a nivel colectivo o individual, marginemos en función de infundados prejuicios. Ello coloca en  condición desigual a personas y grupos respecto a la libertad como ejercicio y esto puede desembocar en abierta amenaza a  la libertad en un plano de dominación. 

El discriminar puede ser también entendido como propio del discernir o tomar decisiones de forma sensata, esto como expresión de autonomía y libertad individual. Por esta razón el acto de discriminar se relaciona con el proceso formativo y electivo de las diferencias y distinciones con las cuales forjamos nuestra persona y su personalidad. Curiosamente algunas posturas conservadoras y otros creyentes en la mera defensa de la libertad individual han visto con ojos críticos los procesos de discriminación positiva o aquellos conectados con el uso de un lenguaje no racista ni sexista. Esto socavaría nuestra libertad de expresión o de afirmación de nuestras diferencias. Desde lo anterior se instala una confrontación entre ambas acepciones del discriminar. Debiera pensarse en esos términos la relación entre el discernir y el excluir? 




Lo que a primera vista parece introducir una contradicción es solo la muestra clara de un errado enfoque, propio de posturas intolerantes o con distancia respecto a lo que entendemos por autonomía relacional. La Discriminación entendida como un acto de abierta exclusión en base a infundados prejuicios es condenable porque justamente instala la creencia de que el ejercicio pleno de las libertades y por ende el respeto, se confiere a ciertas personas y grupos en desmedro de otros. Introduce por tanto una libertad que se da por garantizada y en cambio otorga para otros una realidad en transición hasta el sometimiento frente a la supuesta verdad o regla contingente. En lo relativo al discernir, al discriminar como fuente de optar y asumir nuestras diferencias y nuestras identificaciones o lejanías, justamente ello se da en conexión con la primera acepción. El nexo esta dado por el hecho que cualquier atentado a la autonomía, a la libertad de otro no debe ser permitido ni promovido en tanto eso atente a terceros y a instancias relacionales que no posibiliten el vivir en sociedad. De lo contrario se perseguirían "males comunes". La libertad propia no se construye en desmedro de la ajena y la autonomía, insisto en ello, no es un concepto desvinculado del respeto a lo diferente; la diferencia, lo diverso y el terreno muchas veces de lo que para uno es inaceptable es un terreno que debe convivir con el respeto mutuo individual y colectivo. Lo que para algunos entonces puede ser visto como libertad garantizada, terreno privativo del discernir, para otros puede ser justamente el espacio desde el cual se motiva su propia exclusión. 

Nadie quiere atentar contra la libertad, el respeto y la dignidad de las personas; lo importante es que para ello se debe dar un puente entre el proceso formativo individual y el paso hacia lo colectivo - societal. Este paso pone a prueba no solo la tolerancia sino también aquellos conceptos que posibilitan el vivir igualmente nuestra diversidad.   

                 

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