16 de julio de 2011

De Dios, la Autoridad y otros sentidos…

 

Se puede admirar a alguien sin guardar distancia? se puede respetar sin mediar temor reverencial? hay espacio para la obediencia no ritual, una que emane de la espontaneidad tras la vida ejemplar? Me siguen inquietando las luces en la oscuridad, la existencia de lideres entre masas necesitadas, milagros entre pecadores, altruistas entre pobres necesitados… Dios/es entre hombres. Tengo que inclinar mi cabeza o alzarla ante quien me ayude o de quien requiera consejo? Las jerarquías y los controles no solo me atemorizan, también me inspiran desconfianza. Son la antesala de resentimientos, revueltas, discriminaciones, revoluciones y contraculturas. Para dioses y autoridad, la verdad es que aplico la misma idea no jerárquica, distante de lideres y liderazgos, alejada de admiraciones y obediencias por inclinación, genuflexión o ciega adherencia incuestionada.

Sencillamente no imagino a un Dios ni a una autoridad, en su intimidad y frente a la prueba de fe de sus seguidores, esperando la consolidación de los vínculos entre ambos a partir de las diferencias, asimetrías e inequidad de poderes. Conquistas el amor y el respeto con la dadiva, las letanías del agradecimiento servil o el discipulado sin identidad? Para eso no soy creyente, no entregaría ni golpearía mi pecho. Cuando el Conde de Maistre ilustraba en sus Veladas… el poder y la maravilla de Dios sobre los hombres (extensivo por delegación a la legitima autoridad humana) retrataba la imagen de un hombre maravillado por fuegos de artificio, deslumbrado por el espectáculo, un hombre el cual era observado en ese instante por un perro, un animal que se maravillaba a su vez por aquel hombre. Maistre expresaba esta relación para confirmar en la relación perro–hombre aquella de hombre-Dios.

Creo que como herramienta descriptiva es útil; solo decir que esa imagen retrata las bases de mi creencia y mi no creencia. Dios no esta para ser validado por el hombre, no estamos para alzar la cabeza y reiterarle lo perfecto que es, no estamos para renunciar a nosotros mismos para darle su lugar. No somos la mirada sorprendida ante fuegos de artificio, ni la ignorancia concedida y convertida en obediencia de un perro. Si así fuese la creación y el sentido de la cocreación serian algo tan básico como inútil.

Para Dioses y autoridades creo en la horizontalidad, en el respeto mutuo, en las miradas a la misma altura, en la fuerza de un padre que se inclina para hablar con un hijo. Esa creencia brota de rezar a fondo un Hijo Nuestro…

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