27 de agosto de 2011

Nuestra Condición Política.

por Enrique Morales Mery

Parece muy difícil asumir el desacuerdo, asumir la sociologia del conflicto, el caracter permanente de muchas y necesarias diferencias. Hasta el cansancio forzamos la realidad, imponemos consensos, fabricamos acuerdos y obviamos la dinámica de la diversidad. Con ello tomamos un atajo peligroso que termina desmereciendo forma y contenido de principios y acciones que al menos en política le dan sentido a la coexistencia social.

Cuando se nos plantea la necesidad de la alternancia en el poder por ejemplo, se lo hace muchas veces por encima de la diferencia, en una nebulosa de indistinción que da la impresión que principios y acciones son piezas intercambiables o reemplazables de un mecano. Lo favorable de la alternancia no esta dado de suyo por su ocurrencia sino porque exista la posibilidad para que ocurra, el prohibirla por principio es nefasto. Ella esta supeditada a una mayoría votante e informada dentro de los margenes democráticos. Por tanto principios y acciones se encuentran inalterados desde sus bases, la postura comunista, liberal, comunitaria, socialista, conservadora o anarquista no se regula ni se construye institucionalmente de forma per se, ello seria reducir el proceso y contenido político a características que no lo definen y peor seria entregar los criterios y salidas al desacuerdo a un frágil estructuralismo mas bien raquítico y formal. Por todo esto hay tres cosas que no se dan tan fácilmente y que no debieran ser la base de una fe, de un credo que diluya u oscurezca la realidad: 1. La búsqueda incesante de consenso ya sea para acordar un pasado y sus fundamentos o para coordinar un futuro y sus esperanzas; dicho consenso debe ser construido sobre mínimos de convivencia, mínimos institucionales. Lo contrario es paralizar el dinamismo social y fotografiar un momento haciéndolo pasar por un proceso completo cuando ciertamente esta por construirse y en continuo dialogo. 2. Endiosar la alternancia como base de la salud política;  esto no debiera ser credo, porque aun existiendo alternancia y buenos deseos para un buen gobierno, hay diferencias insalvables que hacen imposible un acuerdo por si solo; incluso cuando se da el caso de que un sector es exitoso en llevar a cabo sus ideas. Esto porque la visión de éxito o fracaso varia por las ideas que orientan las acciones, varia por la visiones de país y lo hace también por la evaluación de resultados. Para un comunista el éxito económico de una política neoliberal significa la profundización de un error y si ello lo motiva a la protesta y el desacuerdo, simplemente es parte de las reglas del juego democrático; esto que parece obvio se pasa por alto y se confunde a ambos lados de la vereda como obstruccionismo o actitud antipatriota. 3. Fundar el acuerdo como punto de partida o de llegada de una fantasía de cohesión social que construya una historia común, una raza suprapersonas o venda una etiqueta de paz funcional. Ello no se da ni debiera buscarse como objetivo, muy por el  contrario alimenta disconformidad y probablemente revanchismo entre los dominados. 

Dicho lo anterior debiéramos asumir la incertidumbre que gobierna la coexistencia, la ineliminación del conflicto que por lo demás alimenta ideas, soluciones, opciones de salida; todo como fiscalización necesaria de la realidad. Debemos estar de acuerdo que estamos en desacuerdo; esto es básico y necesario para valorar la democracia dentro de una lógica adversarial, de lo contrario viviremos en una hipocresía de santidad o enemistad no revelada. No somos amigos inocentes que vivamos negando diferencias, tampoco estamos exentos de enemigos feroces y no tan feroces que quisieran imponer ideas pasando por encima de principios, acciones y vidas de otros. Por ello la mejor síntesis del acuerdo en torno a los mínimos de convivencia parte de asumir nuestra naturaleza diversa y no que de a partir de ese reconocimiento se construyan principios de "corrección", de reforma o mejora del ser humano. Si forzamos el presente hacia ese futuro, mas temprano que tarde todo volverá a la diferencia y lo hará  vía conflictos mayores.

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