11 de diciembre de 2011

Memorial Cárcel de San Miguel y la Dignidad Humana.

por Enrique Morales Mery

Cierro los ojos y me acerco a tu rostro...  esta frase, extraída del memorial a los 81 fallecidos por la tragedia de la cárcel de San Miguel, remueve e invita a reflexión.  Haciendo el ejercicio de "abrir" los ojos y mirar la realidad en su crudeza, en su inmediatez, seguramente nos lleva al juicio instintivo que nos enceguece. Nos podemos preguntar si hay acaso dignidad visible para estos 81 internos; leyendo sus delitos nos invade la necesidad del no recuerdo, de la etiqueta propia de los indignos, el lugar de la no memoria y el contra ejemplo necesario para fortalecer la sociedad. De ellos hay que protegerse, de los hacedores de delitos hay que huir... La dignidad humana entonces parece estar depositada en el ejercicio de determinados valores y a su vez se reproduce en determinados entornos y de la mano de específicas capacidades.

Ante esto nos adelantamos en venerar la racionalidad, la autonomía y la libertad para con ello consagrar las bases de la dignidad. Con ello bajan en la escala humana los discapacitados mentales y psíquicos; la autonomía entendida como correlato del control del entorno y su accesibilidad también arrebata con ello un lugar para los discapacitados físicos y como suma de lo anterior la dignidad se esfuma en todo su sentido para quienes están privados de libertad. Pero aparece este memorial en medio de nosotros y lo paradojal nos remite a lo profundo, la dignidad no nos eleva sobre otros, no nos coloca contra otros y tampoco aparece como fundamento de condenación. 

Vuelvo a la frase inicial y cierro los ojos... tras estas letras hay una apelación al respeto, a un respeto incluso ante lo vulnerable, ante lo derrotado socialmente... es un respeto no remitido al orgullo, al reconocimiento con honores, al exitismo enarbolado... es un respeto que nace del amor incondicional de quien perdona y se perdona, de quien aprende de los errores y se levanta de los fracasos. El misterio de toda dignidad humana es que siempre esta presente, y es el comienzo de toda "liberación", para quienes están presos o para aquellos que gozan de libertad. Este memorial rompe con lo establecido, con lo "normal", con lo deseable y nos lleva a mirar desde adentro, desde lo que no se ve con los ojos y que sobrevive incluso a la realidad y al error visible. Creo sinceramente que a partir de ello, de la profunda dignidad y del profundo recuerdo, puede construirse una sociedad, dispuesta a reconciliarse continuamente, consigo misma.


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