12 de enero de 2012

Discriminación por Edad: Realidad que duele.

por Enrique Morales Mery


Un sector de nuestra población carece históricamente de voz, no hay activismo asociado con fuerza a sus demandas, no se ve a otros movilizarse por sus sufrimientos, discriminacion, maltratos y carencias. Los ancianos se han vuelto invisibles, silenciados y vistos como una carga; en general se han ido alejando de la condición activa, de la fuente de lo ejemplar o de la base para corregir nuestros errores a partir de sus experiencias. Están recluidos, en "repliegue", ya con rostro de subcultura, sumidos en abandono social, engrosando filas de hogares y residencias, solo pueden sobrevivir entre pares... El resultado de todo ello no es auspicioso, el incremento del maltrato hacia los ancianos, como el caso del hogar "Alquimia", es prueba clara de una muerte social, de un injusto desapego y de un deterioro de quienes conformamos la supuesta única edad activa. 

La discriminación por edad, conocida en inglés como ageism, se vincula a una errada visión hacia el envejecimiento y sus consecuencias. A mediados del siglo XX cundió la idea del desapego para entender esta etapa de la vida, la teoría propuesta por Elaine Cumming y William Henry, nos habla de un abandono de la actividad de modo progresivo, esto entendido como algo "aconsejable"; con algunos matices ha ido variando a la idea de pasar de lo funcional - instrumental a roles mas socio - afectivos. En la practica es pasar de un rol activo a uno afectivo - pasivo y eso ha conducido a aislación social, a desprotección y desconexión gradual con la realidad que los haga sentir útiles e integrados. En respuesta a ello surge la teoría de la actividad y con ello se resalta el valor de la adaptación, adecuación a una nueva etapa y rescate de elementos que integren experiencias pasadas. Ciertamente este rol activo no debiera pasar por alto las limitaciones, no debiera enredarse en una sobreexigencia negativa, pero no por aquello debiéramos pasar por alto el inmenso ámbito de actividad de los ancianos; un valor importante en esta etapa le cabe a la ética del cuidado y al amor fraterno.  Tampoco parece completamente positivo crear una subcultura de los ancianos; como toda acentuación de la diferencia y de la condición de minoría, puede traer consigo el gasto de energía de verse y mantenerse como contracultura no integrada ni dialogante. La subcultura es positiva en tanto alimente una identidad anciana que promueva y valore la vida de quienes la conforman y a su vez mejore la visión de quienes están llamados a integrarla.  

Todos, si contamos con salud y la muerte no se adelanta, seremos parte de la llamada tercera edad, todos caminaremos por esa ruta y para nadie es grato que ello sea el comienzo de nuestros peores años... ninguno de nosotros espera ser maltratado en un hogar, silenciado en casa de nuestros hijos, alejado de nuestros nietos, abandonado a la muerte en un hospital público; nadie espera ser relegado a la inutilidad injustificada en el campo laboral y menos ser parte del insulto y la discriminación por torpezas en el movimiento o debilidades en fuerza e intelecto... de nosotros depende cambiar ese destino que ha venido siendo realidad de muchos.





2 comentarios:

  1. Quien se toma el tiempo de escribir sobre "lo invisible", debe tener un gran corazón.
    Felicidades por tener una capacidad que muy pocos tienen... la empatía.

    ResponderEliminar
  2. Emocionante vídeo. Se refleja además una gran sensibilidad al escribir sobre este tema..

    Mis cordiales saludos,

    Claudia

    ResponderEliminar