3 de enero de 2012

Nuestro Presidente y las Confianzas que se pierden...

por Enrique Morales Mery

La columna Con todo respeto, señor Presidente de Roberto Meza sorprende por su pecaminosa ingenuidad. Ciertamente el no es un gran exponente, en orden a defender al liberalismo, pero ello no impide criticar lo que su confianza, su profesión de fe, nos deja ver. Como todo liberal debe lidiar con las deformaciones doctrinarias y de praxis propias de una filosofía resbaladiza, una que supone que la libertad como no interferencia y la concomitante autonomía, individualista y no relacional, son incuestionables. De esto se desprende el doloroso quiebre de todos los días entre el liberalismo vívido como "religión" y aquel bastante pagano que circula por las calles. 

Según Meza la libertad, entendida como termino univoco y comodín, convive perfectamente con el libre mercado. Incluso al ejercerla esta libertad puede parir naturalmente la autonomía y con ello empoderar al ser humano. Al mismo tiempo le da cierta dignidad, claro esta ya que acerca cosas que antes no podía consumir... Del mismo modo le quita, mediante el mutuo esfuerzo del emprendedor y el ambiente propicio, las cadenas de las jerarquías asfixiantes. Hay con ello una "interesante" conjunción matrimonial e incluso de amante entre democracia, libertad de elección y competencia.  Meza se arriesga varios pasos mas y enfrenta al sistema con sus propios dilemas internos... esta libertad que empodera a los chilenos, les muestra el abuso empresarial, las deficiencias propias de monopolios, oligopolios y colusiones varias. Y en un dramático manotazo de ciego declara que la libertad obtenida ayuda a morigerar las asimetrías que la propia libertad produce...

Este argumento, a todas luces circular, intenta pegar con quien sabe que, un puente cortado existente entre el liberalismo pagano y religioso. Lo que el columnista pasa por alto es que justamente los quiebres con la doctrina y la realidad se producen porque no estamos hablando del mismo concepto de libertad, no estamos aspirando a la mismas condiciones de igualdad, y ciertamente no estamos recurriendo a la misma noción de autonomía. Cuando se produce el abuso, la dominación y el acentuamiento de las desigualdades, estructurales o no, la libertad entendida como no interferencia y promotora de la libre iniciativa y de las condiciones de competencia, se muestra muy pero muy desnutrida en vistas a responder por las desigualdades que el propio capitalismo origina. El carácter no relacional de la autonomía, produce en las personas y en sus entornos societales, una reacción que busca respuestas colectivas, comunitarias y no atomizadas. Incluso aunque no existiese concentración de poder, concentración de propiedad y viviésemos en una dichosa competencia perfecta, los espacios de fraternidad, solidaridad abierta o de compasión, mantendrían su reducido lugar.

La confianza infantil en el liberalismo económico y las antojadizas relaciones respecto a la libertad humana y su dignidad, muestran que forzar doctrinas sobre realidades adversas pronostica un mal final. Meza podría dirigir esta columna a cualesquiera de los presidentes, en cualquier tiempo y lugar, y los resultados serian los mismos... la misma inconexión, la misma pobreza argumentativa y la misma ceguera ante alternativas que como la economía solidaria, darían luces sobre un mismo esfuerzo, sobre una madura libertad como no dominación y emparejada con una autonomía relacional, todo dentro de un entramado de responsabilidad social.

Ahora bien, hacer estas peticiones a un gobierno que sigue el credo liberal capitalista implica asumir que esas peticiones, no distinguen ni reconocen, lo que la ciudadanía merece y reclama; por ejemplo el principio de gratuidad en la educación y las demandas que de ello derivan, implican una nueva lectura de la realidad y los conceptos que la habitan, desnudando de paso las contradicciones propias de todo liberalismo. 

       

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